EPICURO DE SAMOS
Epicuro de Samos.
Versión corregida, de otros autores.
(- 341 a - 271)
Biografía
Epicuro de Samos (- 341 a - 271)
Epicuro
nació en la isla de Samos, aunque fue un ciudadano ateniense, pues
su padre, Neocles, había sido uno de los colonos que, partiendo de Atenas,
había marchado a Samos dotado con un lote de tierras. El padre de Epicuro fue
maestro, por lo que es probable que éste comenzase a interesarse pronto por las
cuestiones intelectuales.
Al parecer a los 14 años ya había comenzado a
estudiar filosofía y se había hecho discípulo del filósofo platónico Pánfilo.
Es posible que a partir de este encuentro Epicuro adopte su postura contra la
concepción platónica y sus postulados básicos (la existencia de dos mundos,
sensible e inteligible, la existencia de un alma inmortal, etc.). Cuatro años
más tarde le encontramos en Atenas realizando el servicio militar. Podemos
suponer que durante esa primera visita a la capital de la filosofía Epicuro se
impregnó del ambiente cultural.
Cuando quiso
volver a su hogar su familia había tenido que trasladarse desde Samos a
Colofón, pues los propietarios originales de las tierras que habían sido
cedidas a colonos como Neocles habían vuelto, gracias a una amnistía política.
En Colofón coincidió Epicuro con Nausífanes, un filósofo atomista que
probablemente ejerció una gran influencia en Epicuro, a pesar de que éste le criticó duramente y nunca quiso reconocerse como su discípulo,
llegando a afirmar que había sido un "autodidacta".
Tras los diez
años de estancia en Colofón, Epicuro se instala en Mitilene, y posteriormente
en Lampsaco, donde abre su primera escuela filosófica.
Sin embargo,
será en el año 306 cuando Epicuro vuelve a Atenas y se instala definitivamente.
Allí comprará una casa y un pequeño terreno para su escuela, que ha sido
tradicionalmente denominada "El jardín", aunque probablemente se
tratase de un simple huerto, retirado del bullicio de la ciudad, donde tanto
Epicuro como sus más allegados discípulos y amigos podían dedicarse a la
reflexión y a la conversación sin ser molestados.
Esta escuela ofrecía un
modelo alternativo a la Academia que había fundado Platón y al Liceo de
Aristóteles, en las cuales el tipo de educación era de un alto nivel científico
pero no conllevaba necesariamente una actitud moral ante la vida, rasgo
predominante de la filosofía epicúrea, así como de prácticamente todas las
escuelas helenísticas (estoicos, cínicos, etc.). El jardín se apartaba también
de otras escuelas al admitir a mujeres y a esclavos entre los alumnos, algo
poco corriente en la época, que dio lugar a críticas y comentarios despectivos,
aunque la vida de Epicuro fue sencilla, humilde y tranquila, siendo su ejemplo
para sus discípulos su mayor creación.
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Epicuro de Samos
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(- 341 a - 271)
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Obras de Epicuro
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Según
Diógenes Laercio, un erudito del siglo III d. C. que escribió una obra titulada
Vida de los más ilustres filósofos griegos y que resulta fundamental para
conocer a ciertos autores de la antigüedad, Epicuro llegó a escribir 300 obras,
formando un conjunto coherente y estructurado (al parecer había 34 libros
dedicados al estudio de la naturaleza). Desgraciadamente lo que ha llegado
hasta nosotros es muy escaso y consiste en varias cartas y fragmentos
dispersos. Precisamente a Diógenes Laerció, que nos ha trasmitido algunas de
esas cartas y que dedicó a Epicuro el último y más extenso capítulo de la obra
que hemos mencionado, debemos hoy la mayor parte de lo que conocemos de la obra
de Epicuro.
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También es
de destacar, a la hora de reconstruir el pensamiento de Epicuro, el poema de
Lucrecio Sobre la naturaleza de las cosas y los comentarios del romano Cicerón
o de Filodemo de Gádara, nacido en torno al 105 a. C., y fundador de una
biblioteca en la que reunió numerosos volúmenes de la obra de Epicuro, aunque
tal biblioteca terminó siendo arrasada por el fuego.
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La aversión
que la filosofía de Epicuro suscitó en otras escuelas filosóficas o en
doctrinas religiosas, así como la tergiversación de su contenido, provocó en
numerosas ocasiones que el epicureísmo fuese simplemente ignorado, dificultando
así la transmisión de las obras del fundador. Por ejemplo, cuando en el año 155
a. C. los atenienses enviaron a Roma a un grupo de filósofos como embajada al
senado romano, escogieron a un estoico, a un peripatético del Liceo
aristotélico y a un escéptico, pero los epicureos no estuvieron representados.
Por otro lado, esto no debió ofenderles lo más mínimo, pues los epicureos
rechazaban la participación política y formaban grupos aislados que convivían
en un feliz retiro espiritual. Estas circunstancias, sin embargo, fueron un
factor más que ayudaron a que la transmisión de la doctrina epicúrea fuese
escasa y deformada.
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Los textos
de los que disponemos en la actualidad son la Carta a Idomeneo (que es a la vez
el testamento de Epicuro, pues fue escrita el mismo día de su muerte), la Carta
a Meneceo, la Carta a Herodoto así como la Carta a Pitocles y las Máximas
capitales y los Escritos Vaticanos, siendo estos dos últimos una serie de
máximas y sentencias breves.
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La
filosofía de Epicuro
(- 341 a - 271)
La Filosofía de Epicuro
Características generales
La filosofía de Epicuro puede ser
claramente dividida en tres partes, la Canónica, que se ocupa de los criterios
por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso, la Física, el
estudio de la naturaleza, y la Ética, que supone la culminación del sistema y a
la cual se subordinan las dos primeras partes.
Antes de examinar cada una de
estas partes podemos afirmar que la filosofía de Epicuro, en líneas generales,
se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma
que no hay más que una realidad, el mundo sensible, niega la inmortalidad del
alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos, y
rechaza el interés por la política y, frente a la reestructuración de la
sociedad que, afirmaba Platón, era el objetivo del filósofo, prefiere un estilo
de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad en el que la
amistad juega un papel fundamental. Aunque no por ello deja de poderse mejorar
la sociedad así.
Veamos ahora con más detalle cada
una de las partes de la filosofía de Epicuro:
A) La canónica.
La canónica es la parte de la
filosofía que examina la forma en la que conocemos y la manera de distinguir lo
verdadero de lo falso.
Según Epicuro la sensación es la
base de todo el conocimiento y se produce cuando las imágenes que desprenden
los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación el ser humano reacciona
favorablemente o desfavorablemente, dando lugar a los sentimientos, que son la
base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces se graban
en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas
generales" (diferentes a las platónicas).
Para que las sensaciones
constituyan una base adecuada, sin embargo, deben estar dotadas de la suficiente
claridad, al igual que las ideas, o de otro modo nos conducirán al error.
Diógenes Laercio, además de las
sensaciones, los sentimientos y las ideas generales, menciona un cuarto proceso
de conocimiento: las proyecciones imaginativas, por las cuales podemos concebir
o inferir la existencia de elementos como los átomos, aunque éstos no sean
captados por los sentidos.
Todos esos aspectos, sin embargo,
son sólo los principios que rigen nuestro modo de conocer la realidad. El
resultado de su aplicación nos lleva a concluir la concepción de la naturaleza
que se detalla en la física, segunda parte de la filosofía epicúrea.
B) La física.
Según la física de Epicuro toda
la realidad está formada por dos elementos fundamentales. De un lado los
átomos, que tienen forma, extensión y peso, y de otro el vacío, que no es sino
el espacio en el cual se mueven esos átomos.
Las distintas cosas que hay en el
mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El ser humano, de la
misma forma, no es sino un compuesto de átomos. Incluso el alma está formada
por un tipo especial de átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero
no por ello deja el alma de ser material. Debido a ello, cuando el cuerpo
muere, el alma muere con él.
Con respecto a la totalidad de la
realidad Epicuro afirma que ésta, como los átomos que la forman, es eterna. No
hay un origen a partir del caos o un momento inicial. Tal y como leemos en la
Carta a Herodoto: "Desde
luego el todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual."
Toda esta concepción atomista
procede claramente de Demócrito, aunque Epicuro no acepta el determinismo que
el atomismo conllevaba en su forma original, manteniendo la libertad en el
sentido más común.
Este interés por parte de Epicuro
en salvaguardar la libertad es fruto de la consideración de la ética como la
culminación de todo el sistema filosófico al cual se han de subordinar las
restantes partes. Estas son importantes tan sólo en la medida en que son
necesarias para la ética, tercera y última división de la filosofía.
C) La ética.
La ética, como ya se ha dicho, es
la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía como el modo de
lograr la felicidad, basada en la autonomía o autarkeia y la tranquilidad del
ánimo o ataraxia. ( Libertad y paz )
En la medida en la que la felicidad es el objetivo de todo
ser humano, la filosofía es una actividad que cualquier persona,
independientemente de sus características (edad, condición social, etc.) puede
y debe realizar.
C1) Lo que se debe evitar
Para exponer la ética de Epicuro
podemos fijarnos en dos grandes bloques. Por un lado todo aquello que su
filosofía pretende evitar, que es, en definitiva, el miedo en sus diversos
modos y maneras, y por otro lado, aquello que se persigue por considerarse
bueno y valioso.
La lucha contra las diversos
miedos que atenazan y paralizan al ser humano es parte fundamental de la
filosofía de Epicuro; no en vano, ésta ha sido designada como el
"tetrafármaco" o medicina contra los cuatro miedos más generales y
significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor
y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien:
1a.
- El miedo a los dioses.
Es absurdo, nos dice Epicuro, pues éstos en nada intervienen en los asuntos
humanos y no se mueven por la ira ni la cólera ni tantos otros sentimientos que
comúnmente se les atribuyen. Por el contrario, los dioses deberían ser un
modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues viven en armonía mutua
manteniendo entre ellos relaciones de amistad.
1b.
- El miedo a la muerte. Es
igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o
bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la
muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a
dejar de existir para siempre. Ambas pensamientos, sin embargo, son infundados.
Por un lado Epicuro a lo único a lo que le concede una vida eterna es a los
mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos.
Por
otro lado la muerte no es un mal.
Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La
muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos".
No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer
mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la
angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el
razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio
es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos
anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:
El recto conocimiento de que la muerte nada es para
nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo
infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en
efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no
vivir.
1c.
- El miedo al dolor. es
otro de los objetos de ataque de Epicuro. Se trata de un miedo infundado ya que
todo dolor es en realidad fácilmente soportable. Si se trata de un dolor
intenso su duración será breve sin duda, mientras que si el dolor es
prolongado, su intensidad será leve y podrá ser fácilmente sobrellevado.
1d.
- Finalmente el miedo al fracaso.
en la búsqueda del bien y de la felicidad en la vida está relacionado con el
ideal de autonomía del sabio epicúreo.
Epicuro
tenía ideales de estas características, aunque considerase que todo estaba
formado por átomos materiales, no era una persona materialista sin ideales.
Piensa
que quien considera que la felicidad
depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están
fuera de su control, como la opinión de los demás, las recompensas externas,
etc. Por el contrario, gozando de la autonomía propia del sabio, es posible
para cada uno lograr un estado de ánimo equilibrado y gozoso con muy pocos
medios (no debe olvidarse que la mayoría de las filosofías helenísticas surgen
como respuesta a un mundo en continuo cambio y conflicto y pretenden
proporcionar al individuo la coherencia e independencia que la polis clásica
había perdido).
C2) Lo que se debe perseguir
Con respecto a aquello que la
filosofía de Epicuro considera bueno y valioso se pueden hacer varias
consideraciones.
1. En la búsqueda del bienestar es necesario distinguir
aquellos deseos que son naturales y necesarios (como el calmar el hambre o la sed) muy adecuado según
Epicuro. De aquellos deseos considerados inadecuados, como los que son
naturales y no necesarios (ejemplo: el deseo de seguir comiendo y bebiendo
aunque el hambre y la sed hayan sido satisfechos), y también de aquellos que no
son ni naturales ni necesarios (como el deseo de obtener glorias, honor, etc.).
Epicuro siempre sostuvo la importancia de
distinguir aquello que es verdaderamente
beneficiosos de lo que podían generar una dependencia y que terminaban por
causar insatisfacción, bien porque fuesen irrealizables o bien porque
eliminaban la autonomía del individuo. "Reboso de bienestar en el cuerpo
cuando dispongo de pan y agua, y escupo sobre los placeres de la abundancia, no
por sí mismos, sino por las molestias que los acompañan."
2. Finalmente Epicuro exalta la amistad entre los
seres humanos como una de las mayores virtudes y uno de los mejores bienes de
los que se puede disponer. La amistad proporciona un apoyo en un mundo hostil y
extraño. Es una ayuda no tanto por lo que los amigos hagan efectivamente por
uno, como por el hecho de saber que podamos contar con ellos, en caso de ser
necesario. La amistad llevó a Epicuro a fundar su propia escuela entendida como
un lugar de encuentro, de disfrute, de diálogo y de estudio así como de
recuerdo gozoso de los amigos que ya han desaparecido.
3. La clave del modo de vida epicúreo, de tener que
ser resumida en tres palabras, vendría a ser: bienestar, saber y compartir.
Esos tres factores, como nos muestran las palabras de Epicuro, están
íntimamente relacionados: Estar bien, con bienestar, por estar vivo con paz y
libertad. Saber discernir lo que es verdaderamente valioso, Compartir en la
amistad tanto la vida como el conocimiento.
De todos los bienes que la sabiduría procura para la
felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la
amistad.
Se consigue la felicidad evitando el sufrimiento, con
paz, libertad y buenas amistades.
EPICURO DE SAMOS
(- 341 a - 271)
Fragmentos de dos cartas de Epicuro
Carta a Meneceo (Fragmento)
Parte de nuestros deseos son
naturales, y otra parte son vanos deseos; entre los naturales, unos son
necesarios y otros no; y entre los necesarios, unos lo son para la felicidad,
otros para el bienestar del cuerpo y otros para la vida misma. Conociendo bien
estas clases de deseos es posible referir toda elección a la salud del cuerpo y
a la serenidad del alma, porque en ello consiste la vida feliz. Pues actuamos
siempre para no sufrir dolor ni pesar, y una vez que lo hemos conseguido ya no
necesitamos de nada más.
Por eso decimos que el bienestar
es el principio y fin del vivir feliz. Pues lo hemos reconocido como bien
primero y connatural, y a partir de él hacemos cualquier elección o rechazo, y
en él concluimos cuando juzgamos acerca del bien, teniendo la sensación como
norma o criterio. Y puesto que el bienestar es el bien primero y connatural, no
elegimos cualquier posibilidad, sino que a veces evitamos muchos bienes cuando
de ellos se sigue una molestia mayor. Es pues una medida aconsejable la moderación.
No todo bienestar ha de ser
aceptado. Y todo dolor es un mal, pero no todo dolor ha de ser evitado siempre.
Hay que obrar con buen cálculo en estas cuestiones, atendiendo a las
consecuencias de la acción, ya que a veces podemos servirnos de algo bueno como
de un mal, o de algo malo como de un bien.
La autosuficiencia la
consideramos como un gran bien, no para que siempre nos sirvamos de poco, sino
para que cuando no tenemos mucho nos contentemos con ese poco; ya que más
gozosamente disfrutan de la abundancia quienes menos necesidad tienen de ella,
y porque todo lo natural es fácil de conseguir y lo superfluo difícil de
obtener. Los alimentos sencillos procuran igual bienestar que una comida
costosa y refinada, una vez que se elimina el dolor de la necesidad.
Por ello, cuando decimos que el
bienestar es el objetivo final, no nos referimos a los placeres de los viciosos
-como creen algunos que ignoran, no están de acuerdo o interpretan mal nuestra
doctrina-, sino al no sufrir dolores en el cuerpo ni estar perturbado en el
alma. Porque ni banquetes ni juergas constantes dan la felicidad, sino el
sobrio cálculo que investiga las causas de toda elección o rechazo y extirpa
las falsas opiniones de las que procede la gran perturbación que se apodera del
alma.
El más grande bien es la
prudencia, incluso mayor que la filosofía. De ella nacen las demás virtudes, ya
que enseña que no es posible vivir placenteramente sin vivir sensata, honesta y
justamente, ni vivir sensata, honesta y justamente sin vivir con bienestar. Las
virtudes están unidas naturalmente al vivir feliz, y la vida feliz es
inseparable de ellas.
Exhortaciones
"La necesidad es un mal,
pero no hay necesidad alguna de vivir con necesidad".
"Nadie, al ver el mal, lo
elige, sino que se deja engañar por él, como si fuera un bien respecto a un mal
peor".
"Nada es suficiente para
quien lo suficiente es poco".
"Lo insaciable no es la
panza, como el vulgo afirma, sino la falsa creencia de que la panza necesita
hartura infinita".
"Todo el mundo se va de la
vida como si acabara de nacer".
"Quien un día se olvida de
lo bien que lo ha pasado se ha hecho viejo ese mismo día".
"El que menos necesita del
mañana es el que avanza con más gusto hacia él".
"También en la moderación
hay un término medio, y quien no da con él es víctima de un error parecido al
de quien se excede por desenfreno".
Carta a Herodoto (Fragmento)
Para aquéllos, oh Herodoto, que
no pueden tener un conocimiento perfectamente exacto de cada uno de mis
escritos sobre la Naturaleza, y estudiar a fondo los principales libros, más
largos, que he escrito, he hecho un resumen de toda mi obra que permite retener
más fácilmente las principales teorías. Podrán, así, evitarse el tener que
hacerlo ellos mismos con mis ideas principales en la medida en que se interesen
por la naturaleza.
Por otra parte, quienes conocen
ya a fondo mis obras completas, necesitan tener presentes en la memoria las
líneas generales de mi doctrina, pues a menudo tenemos más necesidad de un
resumen que del conocimiento particular de los detalles. Hay que avanzar paso a
paso reteniendo constantemente el conjunto de la doctrina para comprender bien
sus detalles. Este doble efecto será posible si se comprenden bien y se
retienen en su verdadera formulación las ideas esenciales, y si se las aplica
seguidamente a los elementos, a las ideas particulares y a las palabras. Conoce
a fondo la doctrina quien puede sacar partido rápidamente de las ideas
generales. Pues es imposible poseer en su completo desarrollo la totalidad de
mi obra si se es incapaz de resumir para uno mismo y en pocas palabras el
conjunto de aquello en lo que se quiere profundizar particularmente, detalle a
detalle.
Ya que este método resulta útil para todos los que estudian seriamente la física, aconsejo a todos los hombres decididos que se entregan asiduamente a tal estudio, y que buscan en ella el medio de obtener tranquilidad de vida, que hagan un resumen similar del conjunto de mis teorías.
Hay que empezar, Herodoto, por
conocer lo que se oculta en las palabras esenciales, a fin de poder,
relacionándolas con los cosas mismas, formular juicios sobre nuestras
opiniones, nuestras ideas y nuestras dudas. De este modo no corremos el riesgo
de discutir hasta el infinito sin resultados y de pronunciar palabras vacías.
En efecto, es necesario estudiar primeramente el sentido de cada palabra, para
no tener necesidad de un exceso de demostraciones, cuando discutamos nuestras
preguntas, nuestras ideas y nuestras dudas. Después hay que observar todas las
cosas confrontándolas con las sensaciones y, de modo general, con las
intuiciones del espíritu o cualquier otro criterio. Igualmente por lo que
respecta a nuestras afecciones presentes, para poder juzgar según los signos
los objetos de nuestra atención y los objetos ocultos.
Cuando se haya visto todo eso se
está preparado para estudiar las cosas invisibles y, en primer lugar, podemos
decirnos que nada nace de nada, ya que si las cosas no tuvieran necesidad de
semilla todo podría nacer de todo. Por otra parte, si lo que desaparece
volviera a la nada, todas las cosas perecerían, ya que no podrían convertirse
más que en nada. De lo que resulta que el universo ha sido siempre y será
siempre lo que es actualmente, ya que no hay ninguna otra cosa en lo que se
pueda convertir, y tampoco hay, fuera del universo, nada que pueda actuar sobre
él para provocar un cambio.
El universo está formado por cuerpos.
Su existencia queda más que suficientemente probada por la sensación, pues es
ella, lo repito, la que sirve de base al razonamiento sobre las cosas
invisibles. Si lo que llamamos el vacío, la extensión, la esencia intangible,
no existiera, no habría lugar en el que los cuerpos pudiera moverse, como de
hecho vemos que se mueven.
Al margen de estas dos cosas no
se puede comprender nada, - ni por intuición, ni por analogía con los datos de
la intuición-, de lo que existe en tanto que naturaleza completa, ya que no
estoy hablando de acontecimientos fortuitos o de accidentes.
Entre los cuerpos, unos son
compuestos, y otros son los elementos que sirven para hacer los compuestos.
Estos últimos son los átomos indivisibles e inmutables, ya que nada puede convertirse
en nada, y es necesario que subsistan realidades cuando los compuestos se
desagregan. Estos cuerpos están llenos por naturaleza y no tienen en ellos
lugar ni medio por el que pudieran destruirse. De lo que resulta que tales
elementos deben ser, necesariamente, las partes indivisibles de los cuerpos.
Por lo demás, el universo es infinito. En efecto, lo que es finito tiene un
extremo, y el extremo se descubre por comparación respecto a otro. Así que,
careciendo de extremo, no tiene, en absoluto, fin; y, no teniendo fin, es
necesariamente infinito y no finito.
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